Depresión
La depresión se caracteriza por sentimientos de intensa tristeza y desesperanza. La persona no cuenta con las habilidades necesarias para afrontar los retos y dificultades que surgen en su vida.
Factores desencadenantes de la depresión
Existen numerosas variables que pueden desencadenar una depresión. En la mayoría de los casos los factores etiológicos del trastorno suelen ser variados y complejos. Es habitual que la persona que padece depresión cuente con una fuerte autocrítica, que no le permite ser ella misma, porque siempre se encuentra fallos que según ella no deberían estar ahí. Esta autocrítica ha podido instaurarse en la infancia por haber convivido con una familia excesivamente exigente; por haber vivido experiencias de acoso en las que se recibían burlas e insultos que llevaron a la persona a dejar de creer en sí misma; o puede que la influencia cultural occidental que promueve la perfección y competitividad haya fomentado el desarrollo de una extremada autoexigencia porque la persona no es como “debería ser”.
La culpa por errores pasados suele inundar la afectividad de aquellos que padecen depresión, así como la vergüenza de ser como son y de tener los problemas que tienen. La persona con depresión suele estar estancada en su pasado, en las experiencias negativas que vivió, presentando enormes dificultades para experimentar su presente y las posibilidades que éste le brinda.
Sintomatología de la depresión
Nivel cognitivo:
Presencia de pensamientos rumiantes de carácter negativo e irracional (no valgo para nada, soy un fracasado, la vida no tiene sentido, etc.); deterioro en la capacidad de memorización, atención y concentración (dificultades para recordar citas, para leer o para seguir una conversación); ideas relacionadas con la muerte y el suicidio.
Nivel emocional:
Se caracteriza por una intensa tristeza continuada durante un periodo largo de tiempo (mayor a tres meses) y por sentimientos de desesperanza con respecto a una posible mejora en su sintomatología. La persona se siente sumergida en un hoyo y no ve posibilidades de salir de él.
Nivel fisiológico/corporal:
Es habitual que aparezcan desajustes en la ingesta (pérdida del apetito; comer de forma descontrolada), dificultades para conciliar el sueño o síntomas psicosomáticos (cefaleas, colon irritable, alergias atípicas, etc.).
Tratamiento
Llevaremos a cabo un primer nivel de evaluación en el que identificaremos la problemática y las variables que han llevado al paciente a desarrollar el trastorno depresivo. A medida que avancemos en la intervención, trabajaremos para que vuelva a despertar las capacidades que habían quedado escondidas por la enfermedad. Ello conlleva un trabajo personal, en el que la persona aprenderá a respetarse y quererse a sí misma, para poco a poco ir adoptando aquellas actitudes (por ejemplo, asertividad; humor; creatividad; etc.) que le permitan satisfacer sus necesidades emocionales. El objetivo principal es que su vida vuelva a ganar calidad y sentido.
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