El estado de alarma por el COVID-19 nos está obligando a tomar unas medidas a las que no estamos acostumbrados como seres humanos. Se nos está obligando a quedarnos en casa, a reducir nuestra actividad y a evitar el contacto con otros. Debido a esta situación de cuarentena, pueden surgir sensaciones de malestar, desbordamiento, tanto en la pareja como a nivel familiar.

La pareja

En la pareja se pueden dar conflictos que antes no aparecían porque cada uno contaba con otros espacios de su vida en los que se podía “oxigenar psicológicamente”, tomando perspectiva de sus problemas, distrayéndose o buscando soluciones, hablando en privado con otras personas.

Conviviendo 24h con otra persona pueden surgir roces  que antes por no tener ese tiempo no se daban. Si añadimos la irritabilidad que uno ya siente porque no puede hacer lo que quiere o necesita en cada momento, la discusión puede estallar mucho más fácilmente.

En los casos en los que la pareja ya tenía dificultades previas a la cuarentena, entendemos que su nivel de tolerancia a los desacuerdos será menor. Cuando el vaso ya estaba lleno es la última gota, por insignificante que sea, la que hace que se desborde.

Para evitar que los conflictos estallen, es importante que cada uno intente hablar con respeto y amabilidad, teniendo en cuenta el estrés inevitable que todo el mundo suele sentir en un estado de confinamiento. La comunicación más sana y eficaz se basa en la asertividad, donde cada una de las partes expresa lo que siente en primera persona, sin acusar al otro, a la vez que pide lo que necesita sin exigir. De esta manera es más fácil que la persona esté abierta a escuchar, a entender y a cambiar.

Es fundamental que la pareja no solo se centre en lo negativo, en lo que a uno no le gusta del otro o incluso le está sobrepasando, ya que se creará un ambiente de negatividad que creará un círculo vicioso (cuanto más pienso en lo negativo, peor me siento y cuanto peor me siento más pienso en lo negativo). Por ello, conviene recordar lo positivo, lo que te gusta de tu pareja. Hace falta ahondar en lo que te genera buenas sensaciones, alegría y afecto, porque es desde ahí desde donde suelen salir las capacidades y la parte más sana de cada uno.

Familia con hijos pequeños

En el caso de tener hijos, se suma la frustración natural que aparece en ellos por no poder moverse tanto o por no poder realizar actividades al aire libre, siendo el movimiento una necesidad, que en la infancia debe ser cubierta de forma primordial.

Entender las dificultades que pueden tener los niños para gestionar el confinamiento en casa, puede ayudar a los padres a tener más paciencia cuando sus hijos se muestren irritables e incluso reaccionen con más rabietas de lo habitual. Responderles con calma facilitará que los hijos puedan calmarse más fácilmente, ya que los niños aprenden más a través de lo que ven que de lo que se les dice.

Crear unas rutinas diarias lo más parecidas a las que había antes de la cuarentena ayuda a que los niños se puedan estructurar mejor.

Después del trabajo o teletrabajo, es fundamental tratar de aprovechar el tiempo en familia, jugando, hablando o haciendo algo que haga a la familia sentirse conectada. Es un tiempo, con el que lamentablemente muchos padres no cuentan, debido a las exigentes demandas laborales a las que se enfrentan habitualmente. A día de hoy, es un tiempo de oro, que sería una pena desaprovechar.

Por supuesto, las normas y límites deben seguir estableciéndose en este estado de cuarentena, ya que la función parental de enseñar a los hijos lo que está bien y lo que está mal sigue siendo necesaria para que aprendan a ser responsables, a tolerar la frustración y a ser respetuosos con los demás.

Para evitar discusiones en la pareja debido a la organización de las rutinas, conviene que los padres busquen un espacio para hablar tranquilamente de qué normas les parecen razonables, de las consecuencias que habrá si no se cumplen, etc.  Se trata de escuchar, hacer propuestas y ceder para que la pareja sea un equipo, que transmita seguridad a sus hijos.

Independientemente de si vives con pareja, familia u otras personas, busca momentos para estar sólo y hacer lo que te apetezca o te relaje, puede que sea leer un libro, ver una película, llamar a alguien, cantar, jugar a algún juego, etc.  La presencia de este virus también nos da la posibilidad de reflexionar acerca de la vulnerabilidad del ser humano, de lo que es verdaderamente importante, de nuestro modelo de vida, de los valores sociales que rigen nuestro comportamiento y de nuestra responsabilidad con el planeta en el que vivimos.

Como ocurre con otras adversidades, éstas se superan cuando se aprende de la experiencia y cuando se sale de ahí habiendo crecido. Ojalá que de esta situación saquemos aprendizajes positivos y que se mantengan en el tiempo.