¿Por qué nos cuesta tanto tratarnos con respeto, afecto y paciencia?

Creo que cada vez somos más conscientes de lo que necesita el ser humano para sentirse bien y de cuáles suelen ser las trampas o errores en los que caemos. Hay mucho más acceso a herramientas que ayudan al crecimiento personal y al autocuidado, pero aun así la ansiedad y los problemas relacionados con el estado de ánimo siguen estando muy presentes.

Nos resulta muy difícil ser amables con nosotros mismos cuando no logramos lo que queremos en los tiempos que consideramos razonables, cuando no hacemos las cosas como creemos que están bien hechas o cuando nos vemos torpes. En el fondo solemos tener pensamientos impacientes o críticos.

El mayor problema tiene que ver con que tenemos automatizada una forma de pensar exigente, que suele darse a nivel inconsciente, sin que nos demos cuenta. Las señales que sí notamos son el nudo en el pecho, la sensación de nerviosismo, mareo u otros síntomas que nos están indicando que hay algo que no va bien.

Estas creencias inconscientes, esta forma de percibir tu realidad, está activando emociones que te preparan para enfrentar la dificultad que estás percibiendo.  Se está activando el miedo en ti, lo que pasa es que la solución para que ese miedo desaparezca no suele venir por enfrentar una amenaza externa. El problema no es un peligro real, sino que está en tu forma de pensar acerca de lo que vives y acerca de ti mismo.

Por ejemplo, imagina que estás teniendo una conversación con personas a las que quieres (amigos, familiares…) en la que propones un plan, ir a pasar el día a una playa. El grupo reacciona bien y se va valorando cuándo podríais ir. Se propone un día, pero tú no puedes. Se escucha lo que dices, pero al final se decide, que como la mayoría puede ese día, irán ese día.  Tú te empiezas a encontrar incómodo en esa situación.

¿Qué pensamientos se podrían haber activado? “Qué egoístas, no han valorado que el plan lo he propuesto yo, no me tienen en cuenta, les doy igual, etc”.

¿Qué hay debajo de esos pensamientos? La percepción de que no te valoran. Crees que eres menos. Se activa una baja autoestima.

Si tú crees que las otras personas te están juzgando de una manera que tu no compartes, eso no te duele. Si te duele es porque lo aceptas como una verdad. Es como si a mí me dijesen que soy bajita, cuando nunca he percibido eso de mí misma. En ese caso, yo podría pensar: “¿Qué dice esta persona? Yo no lo veo para nada así” y me quedaría tranquila.

¿Qué podemos hacer para tratar de cambiar esta forma pensar?

En primer lugar, es importante ser consciente de nuestra narrativa interna, aquello que nos decimos cuando nos encontramos mal.

Al principio suele ser necesario que trabajes dichas creencias una vez haya pasado ese “tsunami emocional”. Buscar un sitio con calma en el que puedas reflexionar acerca de la situación que has vivido, haciendo el ejercicio de identificar y escribir lo que pensabas, sin que en ese momento fueses consciente, puede ayudar a clarificar todos esos pensamientos que estaban operando de fondo.

El siguiente paso es conectar con otro tipo de creencias más sanas, que te ayuden a creer en ti y a motivarte. Para conectar con este tipo de pensamientos ayuda que imagines lo que le dirías a un ser querido que estuviese en tu misma situación o que conectes con lo que te diría una persona que hayas conocido, que te transmitía ese amor o esa paz que ayuda a las personas a ser ellas mismas, en vez de limitarlas.

Más adelante, te darás cuenta con mayor facilidad de cuándo te estás diciendo algo negativo, porque las primeras señales aparecen en tus sensaciones corporales. Lo importante no es lo que está ocurriendo en el exterior, que puede que te guste más o menos, sino que suele ser la interpretación que tú haces de eso que vives.

Para que este tipo de actitudes más sanas cojan fuerza y vayan saliendo de forma más natural es importante ser perseverante, entendiendo que es un proceso de reaprendizaje mental que lleva tiempo y constancia. Debilitar o acabar con formas de pensar automáticas, con las que has crecido y con las que puede que tus padres y abuelos también hayan crecido, suele ser el verdadero reto. A veces para realizar estos cambios hay que ir a contracorriente y en función de contra quien, eso no es siempre fácil.

Un amigo me decía hace poco, que si está dos semanas sin leer filosofía estoica (que es algo que le ayuda a centrarse), nota como vuelve rápidamente a sus viejos patrones aprendidos, que a él no le vienen bien. Cuando me lo dijo pensé que, qué bien lo hace, porque dos semanas son muy poco tiempo desde mi punto de vista, teniendo en cuenta que la mayoría de las personas pasa mucho más tiempo sin ser consciente de sus pensamientos/creencias y del efecto que eso tiene en uno mismo y en los demás.

Volviendo al ejemplo anterior, para contrarrestar esa forma de pensar puedes recordarte a ti mismo de una manera constante que: el resto del mundo no tiene porqué no estar valorándote; que en el caso de que no te valoren, es su idea, no tiene porqué ser tu verdad; tienes la misma dignidad que el resto; vales con tus capacidades y limitaciones y todo el mundo tiene de las dos, aunque la mayoría se avergüence y tape sus limitaciones; etc. Aquí puedes añadir todo lo que te venga a la cabeza que tenga que ver con el respeto y el amor.

Es importante aclarar que cuando estás recibiendo faltas de respeto desde el exterior o que cuando algo te molesta con respecto a lo que hace otro, tienes todo el derecho de mundo a expresarte y poner límites de manera asertiva. Esa también es una forma de amarte: decir que no. A veces con expresarle lo que sientes al otro, si es una persona sensible y tolerante, ya pueda producirse un entendimiento que genere cambios.

Por último, la amabilidad no puede ser forzada, no puede venir desde el estar harto de que te pase lo mismo y de que quieres cambiarlo ya,  “venga que yo puedo, pero a ver si me pongo las pilas, que voy un poco lento”. Esto sería más de lo mismo, más impaciencia, que añade más basura al montón que ya tenías.

Amar bien también se puede aprender y ese aprendizaje puede durar toda la vida.

1 estrella2 estrellas3 estrellas4 estrellas5 estrellas (Ninguna valoración todavía)
Cargando...