Valores sociales que favorecen la aparición de estrés

Si miramos a nuestro alrededor, a la sociedad en la que vivimos, nos daremos cuenta de que la gente pasa la mayor parte de su tiempo trabajando, la mayoría vive para trabajar y la sensación de estrés está muy presente.

Parece que el motor de nuestra vida, los valores que nos mueven sean los del sacrificio, la entrega, la competitividad, la lucha por llegar al primer puesto. Nos olvidamos de nuestras necesidades y nuestros deseos, porque ocupamos gran parte de nuestra energía en llegar a estos estándares sociales.

La sensación de estrés aparece entonces por el conflicto entre lo que hacemos y lo que en realidad deseamos y necesitamos.

La sumisión frente a las figuras de autoridad

La autoridad que ejercen los jefes es en ocasiones desmesurada, hasta el punto de que la persona olvida su opinión respecto a determinados temas. Los trabajadores asumen en numerosas ocasiones órdenes que van en contra de su criterio, de lo que a ellos les parece razonable o aceptable. La autoridad se ejerce en estos casos desde el miedo “ o haces lo que te digo o atente a las consecuencias”.

No es una autoridad basada en el respeto hacia un líder que te supera en conocimientos y en experiencia, no es motivadora para que tu trabajo vaya siendo cada vez mejor, sino que se basa en la sumisión y en el bloqueo personal. A veces otorgamos un poder desmesurado a alguien, solo por su rol, por la etiqueta que tiene, en este caso la de “jefe”.

El experimento social de Milgram, llevado a cabo en la década de los sesenta en la universidad de Yale, constituye un ejemplo extremo de como el ser humano es capaz de llevar a cabo comportamientos que le incomodan e incluso que van en contra de sus principios éticos, porque una figura de autoridad así se lo pide (los participantes del experimento daban descargas eléctricas a otra persona, porque el investigador se lo ordenaba).

La culpa irracional genera estrés

A veces uno se compara con el sacrificio que realizan otros compañeros y acaba creyendo que es un mal profesional si no hace lo mismo que ellos, aunque en realidad esté cumpliendo con su horario y con sus obligaciones.

Parece que cuantas más horas se dediquen al trabajo, cuanto más sacrifique uno su vida personal, mejor profesional será, cuando está demostrado que cantidad no es sinónimo de calidad.

Si un compañero de trabajo decide, por las circunstancias que sea, trabajar más horas de las que le corresponde, no es tu responsabilidad ni tu culpa. La presión directa o sutil que a veces se ejerce en el entorno laboral puede llevar a la persona a sentirse culpable, poniendo en conflicto sus valores (por ejemplo: el sentido de la responsabilidad entra en conflicto con la importancia de tener tiempo para estar con tus hijos).

En estos casos es importante poner sobre una balanza interna cada una de las partes del conflicto interno y ver qué es en el fondo lo más importante para ti, desde lo que tú eres como persona.

La autoexigencia desmesurada

El querer dar siempre el máximo de ti mismo, llegar a ser el mejor en todo lo que haces, te agota y te obliga a intentar lograr constantemente un imposible: hacerlo todo perfecto. Si en tu trabajo tienes que ser siempre el mejor, tal sacrificio te impedirá dedicar tiempo y energía a otras áreas de tu vida que quizás son, en el fondo, más enriquecedoras.

¿Cómo rebajar tu sensación de estrés?

  • ¿Te has parado a pensar en qué lugar de tus prioridades está el trabajo y cuánto tiempo te parece razonable dedicar a tu labor profesional? ¿Cuánto tiempo necesitas y quieres dedicar a tu vida personal?
  • Los cambios no son mágicos, llevan su tiempo, pero, si como una hormiguita, intentas cada día, con pequeñas decisiones ser más coherente con lo que tú quieres, irás construyendo poco a poco una vida que para ti sea más gratificante y que te haga sentir mejor.
  • No olvides tu criterio, es el mejor antídoto contra la manipulación. Que nadie te imponga verdades que no son tuyas.
  • El tiempo corre en nuestra vida y el final, más tarde o más temprano, va ser para todos el mismo. Imagínate que eres una persona mayor que está a punto de morir, ¿qué le dirías a la persona que eres hoy? y ¿qué consejo le darías?
  • En caso de que la situación laboral sea muy aversiva y percibas poca opción de cambio, es fundamental que te protejas internamente de los “ataques” que te hacen sufrir en tu entorno laboral, recordando que el trabajo cumple, en última instancia, una función concreta: proporcionarte medios para vivir. El área fundamental sobre la que  construir tu felicidad, será siempre tu vida personal.
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